Concierto para Piano y Orquesta nº 1, Re
menor, op. 15. Johannes Brahms
El piano acompañó a lo largo de toda su vida a Johannes Brahms ((7 de Mayo
de 1833 - 3 de Abril de 1897) y una de sus máximas expresiones es este
Concierto nº 1 en re menor, op. 15. Obra compacta, férrea, densa, casi épica,
rompe de alguna manera con el estilo concertístico habitual, dando lugar a un
matrimonio a partes iguales entre orquesta y solista, donde no se entiende uno
sin otro. Ahí reside una de las grandes dificultades de esta obra, la imperiosa
necesidad de conjunción entre solista, director y orquesta.
Compuesto en 1854 –un año antes su admirado Schumann había perdido la
razón - en principio como Sonata para dos pianos, si bien pronto en una
de sus cartas a Joachim mostraba Brahms sus quejas acerca de las limitaciones
que le ofrecían éstos, y el primer movimiento pasó a ser el comienzo de una
sinfonía. Casi un año más tarde, la obra por fin vio la luz como forma de
concierto.
La dificultad de interpretación no solo reside en su virtuosismo en
términos estrictamente mecánicos - muy diferente del estilo anterior de Chopin,
Liszt, Schumann …– sino en trasmitir la tragedia, el Brahms atormentado y
profundo, en no luchar con la orquesta sino imbricarse en ella y llegar a
una comunión casi espiritual donde el movimiento lento, ese adagio demoledor,
es probablemente uno de los momentos más sublimes del corpus brahmsiano.
La lista de grabaciones que se pueden encontrar de esta obra es
ingente, y destacar alguna como referencia por encima de otros siempre es
arriesgado, además de que no es intención de este blog crear un ranking, sino
simplemente reseñar a juicio de quien escribe con cuales disfruta más.
Si tuviera que citar una que me impresionó desde el principio, que me
cautivó y me ha acompañado a lo largo de varios años - a pesar de la mala
calidad sonora de la grabación- es la del malogrado William Kapell, Dimitri Mitropoulos y la Filarmónica de Nueva York, grabado
el 12 de abril de 1954, en directo. Se trata probablemente de uno de los
matrimonios musicales mejor avenidos, donde solista y director comparten idea,
sentimiento y espiritualidad para llevar la interpretación Brahmsiana a sus más
altas cotas. No esperen la corpulencia marmórea o catedralicia, sino la belleza
en estado puro.
La entrada de los timbales, la cuerda inaugurando el primer movimiento, ya
denotan la energía del gran Mitropoulos, el arrebato, al tormenta, la tragedia.
La cuerda de la Filarmónica de Nueva York en esos años no tenía nada que
envidiar a Cleveland, Chicago, Filadelfia, Boston,...y el griego, es sin duda,
uno de los más grandes directores de la centuria pasada. Kapell está brillante,
le cuesta contener la energía y consigue crear esa intranquilidad romántica en
el aspecto más ajustado del término. Los contrastes entre orquesta y piano,
entre momentos cantábiles y tormentosos están francamente logrado.
El Adagio, es preciso escucharlo bien de rodillas, bien tumbado boca
arriba con los ojos cerrados y los brazos extendidos –como mi admirado Javier
Perianes decía que había que escuchar el Debussy de Michelangeli -. Hagan la
prueba. La preparación de la orquesta que abre el movimiento hasta la entrada
del piano, como recoge éste la sonoridad, el tempo, la idea y la expone con una
belleza hiriente, las notas son lagrimas puras que van cayendo, la religiosidad
del tema, el fraseo, el respeto, esa entrada de los violonchelos como
soporte doliente,.. son 3 minutos y medio, nada más, y nada menos, de una
belleza casi insoportable. Para terminar, escuchen los tres últimos minutos, si
pueden. Kapell desgrana cada nota con una delicadeza inusitada, una sonoridad
eterna, bellísima, unos trinos soberbios y un fraseo de antología, llevando a
los límites el tempo.
El tercero, es puro fuego, seguramente para algunos un tanto precipitado,
más allegro que non troppo. Pero la batuta le
sigue, no le persigue, y por ello el público irrumpe en el último acorde
aplaudiendo de manera inusitada.
El hecho se ser en directo le da un plus de autenticidad, y si bien se
pueden encontrar algunas imperfecciones, quedan del todo en ultimo plano ante
semejante despliegue de medios y de musicalidad de dos genios que aquí se
encuentran y lamentamos que no hayan hecho antes o más menudo -¿se imaginan un
ciclo Beethoven?-.
La grabación anterior del mismo Baremboim con John Barbirolli, New Philharmonia Orchestra,
son sin duda alguna a su vez destacables, pero no alzanzan el nivel de la
anterior.
De todas las versiones de Arrau,
además de la clásica con Haitink/ Concertgebouw, y de las que
se mencionan posteriormente, la de Munich del 64 con Kubelik y
la Radio de Baviera es seguramente la
más lograda, (Orfeo CD Orfeo d'Or C 500 991 B)Arrau en estado puro, con esa
manera única de tocar, de posar su cuerpo en el piano, del perfecto uso del
peso del brazo, logra ese sonido marmóreo, corpulento, pleno, compacto…. Es
cierto que maneja un fraseo muy personal, que no siempre se adecua al gusto o a
lo esperado, y que sobre todo en el segundo movimiento se manifiesta de manera
más acusada, Ahí Kubelik le de la mano y llegan a un clímax interpretativo
difícil igualar. El final, es demoledor, por humanidad musical y ritmo
contagioso.
- Claudio Arrau, Carlo Maria Giulini and Philharmonia OrchestraEMI CDM
769177-2
- Claudio Arrau, Schmidt-Isserstedt , EMI CD 562848 2
- Claudio Arrau Rojdestvensky G URSS RadioConcert 31/05/68
MoscouMelodiya LP C10 24009 003
Curiosamente, la versión de Leonskaja junto
con Eliahu Inbal y la Philharmonia Orchestra,
se acerca mucho al concepto del chileno en la majestuosidad, en la atención del
detalle, el concepto global de la obra. Sin embargo, ni director ni orquesta
están a las alturas de los acompañantes del chileno. Por cierto, no se pierdan
la últimas grabaciones de la pianista que está viviendo una segunda juventud:
su Schubert, de antología
Estamos sin duda a la grabación más recomendada en muchas guías de audición, referencia de cualquier melómano, y no hay más motivos que un pianista en plenitud de sus facultades, una orquesta que respira Brahms por cualquiera de sus atriles, y un maestro, un kapellmaister de toda la vida que se acopla a la personalidad de Gilels de manera antológica. Es curioso el estilo contemplativo, quasi religioso, de un pianista que suele ser – sobre todo en directo- puro fuego y volcánico en sus interpretaciones, y que en esta grabación alcanza esa madurez serena de aquel que encuentra en Brahms a su amor de toda la vida.
Solomon, Rafael Kubelik, Philharmonia Orchestra.
Clásica, perfecta, ajustada y elegante. Solomon ha sido uno de esos enormes músicos antes casi incluso que pianista y que con Kubelik se entiende a las mil maravillas, creando una de las grabaciones de referencia para cualquier amante de este concierto.
Como curiosidad, por no haber encontrado grabación oficial, destacaría la versión que se puede disfrutar en youtube de Ashkenazy, Giulini y
la Filarmónica de Los Ángeles. Digo curiosidad, porque
francamente nunca pensé, no imaginaba y mucho menos creía en que
Ashkenazy fuera un bramhmsiano de primera fila. Giulini está
en su línea, majestuoso, y la manera de llevar a la orquesta es sublime - una
de las integrales de las sinfonías que nadie debe perderse es la suya -. La
pulsación del pianista consigue un sonido intimista en el segundo movimiento,
sentido, sensible que no sentimental, alejado de la brillantez usual de su
Rachmaninov o Prokofiev. No se lo pierda, y además es gratuito.
Las siguientes grabaciones son todas del todo recomendables, cada una
de ellas tienen sus virtudes, y algunas de ellas son maravillosas,
pero por diversos motivos creo que no se encuentran a la altura interpretativa
de las anteriores. Sin embargo, aquí, lo importante más que una lista, un
ranking, es el disfrute de una música colosal por delante de cualquier
clasificación.
- GezaAnda, Rafael Kubelik, Orquesta
Sinfónica de la Radio de Baviera
- Krystian Zimerman Simon Rattle, Berlin Philharmonic Orchestra
- Krystian Zimerman,
Leonard Bernstein Vienna Philharmonic Orchestra
- Clifford Curzon, Eduard
van Beinum Royal Concertgebouw Orchestra, ·
- Clifford Curzon, George
Szell / London Symphony
- Clifford Curzon, Hans
Knappertsbusch, London Symphony
Orchestra
- Maurizio Pollini, Christian
Thielemann Staatskapelle-Dresden
- Maurizio Pollini Claudio Abbado
Berliner Philharmoniker ·
- Wilhelm Backhaus, Pierre Monteux Orquesta
del Concertgebouw de Amsterdam., (Grabaciones en vivo, 1950 & 1962) ·
- Wilhelm Backhaus Karl
Böhm, Vienna Philharmonic Orchestra
- Hélène Grimaud, Kurt
Sanderling, Staatskapelle Berlin ·
- Rudolf Serkin,
George Szell and Cleveland Orchestra ·
- Nelson Freire Riccardo
Chailly, Gewandhaus Orchestra ·
- Nicholas Angelich, Paavo
Jarvi Frankfurt Radio Symphony Orchestra ·
- Leif Ove Andsnes, Simon
Rattle, City of Birmingham Symphony Orchestra (1998) ·
- Radu Lupu, Edo
de Waart, London Philharmonic Orchestra ·
- Vladimir Horowitz Bruno
Walter, Concertgebouw Orchestra,
- Alfred Brendel ,
Claudio Abbado Berliner Philharmoniker ·
- Ivan Moravec, Jiri
Belohlavek Czech Philharmonic Orchestra,
- Horacio Gutiérrez, André
Previn, Royal Philharmonic Orchestra
- Alexis Weissenberg,
Riccardo Muti, Philadelphia Orchestra
- Artur Schnabel, George
Szell, London Philharmonic